Me llamo Ainhoa Martínez Medina y soy investigadora del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA, centro propio del CSIC). He tenido el privilegio de ser seleccionada como número uno en la categoría de “Ciencias agrarias y agroalimentarias” en la convocatoria 2020 de los contratos Ramón y Cajal. Murciana de nacimiento, di mis primeros pasos en el mundo de la ciencia en mi tierra para después desarrollar una carrera en el extranjero durante años. Ahora he vuelto a España con un proyecto ilusionante y la idea de transformar la agricultura del futuro, uniendo productividad y sostenibilidad.
Empecé trabajando con microorganismos, pero me gustaban más las plantas y cuando tuve ocasión me pasé a este campo. Tras pasar por el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS, centro del CSIC en Murcia), obtuve una beca Marie Curie y me fui a investigar a los Países Bajos. A través de las plantas me acerqué al mundo de los insectos: creo que es fascinante estudiar su comportamiento y ver cómo toman decisiones. Durante casi cinco años trabajé en el Centro Alemán para la Investigación Integrativa de la Biodiversidad (iDiv) y gracias al Programa de Atracción del Talento Científico del Ayuntamiento de Salamanca pude regresar a España.
De todas las experiencias se pueden extraer lecciones importantes. Por ejemplo, admiro la importancia que le dan en Alemania a los técnicos, que son esenciales en el laboratorio. Contar con este personal permite liberar trabajo de gestión y tener una buena organización de todo el grupo. Sin este tipo de apoyo, los científicos tenemos la sensación de que nos pasamos la mayor parte del tiempo apagando fuegos, haciendo cosas que no tienen que ver con la ciencia, aunque es cierto que esto también te hace desarrollar la creatividad.
Mi regreso a España ha sido inusual, a través de un programa con financiación municipal. Yo no quería venir a cualquier precio, porque en Alemania tienes mucho apoyo, pero este proyecto realmente me ilusionaba, he podido montar mi equipo y contratar personal. Además, en el aspecto de la gestión ha sido muy sencillo, me han dado muchas facilidades y esa flexibilidad ayuda a la eficiencia.
En concreto, lo que más me gusta de mi incorporación a IRNASA-CSIC es la proyección de este centro. Me ilusiona hacia dónde va. El Instituto se acaba de convertir en Unidad de Excelencia regional en el marco de las Acciones de Impulso a la Excelencia Científica de la Junta de Castilla y León y del programa FEDER y más recientemente ha entrado a formar parte del grupo de entidades que reciben financiación regional de Apoyo a la Internacionalización. Nos impulsan y tenemos una visión clara de lo que debe ser este instituto, más parecido a los centros de investigación europeos, con proyección internacional y centrado en la búsqueda de la excelencia científica. Me gusta la idea de poder participar en el crecimiento de un instituto que cumpla mis expectativas. De hecho, uno de los objetivos de cara al futuro es contar con un insectario, es decir, una instalación en la que estudiar insectos.
Dentro del contrato Ramón y Cajal, mi objetivo es profundizar en las interacciones de las plantas de interés agrícola con otros organismos. He venido trabajando acerca del impacto que tienen los microorganismos beneficiosos en el sistema inmunitario de los vegetales para ver, por ejemplo, cómo se defienden frente a los insectos y otros patógenos. Ahora se trata de dar un paso más allá con un nuevo proyecto para incorporar la diversidad microbiana de los sistemas agrarios. En lugar de estudiar una bacteria en concreto, quiero trabajar con los microbiomas completos de espacios naturales, es decir, con todo el conjunto de microorganismos que se puede encontrar en un hábitat. Al igual que ocurre con el microbioma de las personas, también en las plantas resulta esencial para la captación de nutrientes o para sus defensas.
Pienso además en espacios naturales muy importantes desde el punto de vista del medio ambiente y de la economía, como es el caso de la dehesa. El grado de complejidad que presentan las interacciones de microorganismos que interactúan en este hábitat es muy grande, pero este enfoque es imprescindible para abordar los problemas de una manera práctica e integral. Trabajar con un solo microorganismo puede dar resultados interesantes, pero al inocularlo se adaptaría peor a las condiciones reales del campo y podría alterar el entorno. En cambio, el estudio de los microbiomas completos ofrece resultados más estables y promueve la conservación de la diversidad de los suelos, uno de los retos recurrentes en las políticas europeas.
El problema es que con la agricultura hemos estado esterilizando suelos y tenemos plantas dependientes de fertilizantes y pesticidas porque no tienen un microbioma propio que les ayude. Ahora lo que estamos haciendo es volver atrás para recuperarlo, porque en su mayor parte es beneficioso. Si tenemos una planta con un microbioma sano, será más fuerte y estará mejor preparada para enfrentarse a un estrés. En ese camino el objetivo final es prescindir al máximo de pesticidas y fertilizantes químicos, lo que implicará avanzar hacia una agricultura más sostenible.
Rotación de cultivos con un nuevo enfoque.
¿En qué acciones concretas puede traducirse esta línea de investigación sobre los microorganismos de espacios agrícolas? Un determinado cultivo va a promover un microbioma concreto y si después plantamos otra cosa, hará que esas nuevas plantas sean más resistentes a las plagas. En el fondo, es una rotación de cultivos tradicional, pero en lugar de estar encaminada a mejorar los nutrientes del suelo como el nitrógeno, tal y como siempre se ha planteado, estaría más relacionada con reforzar el sistema inmunitario de las plantas. La agricultura de todo el planeta tiene que ir por este camino, depender menos de los productos químicos y utilizar los recursos naturales de forma más eficiente.
El nuevo contrato Ramón y Cajal supone un impulso muy importante para este proyecto, ya que ofrece cinco años de estabilidad. Supone entrar en el sistema para desarrollar tu línea de investigación, no se trata de unirte a un grupo, sino ganar cierta independencia. La estabilidad también incide en la creatividad, porque no tienes que estar pensando en que al año siguiente se te acaba el contrato y tienes tiempo para leer y pensar. En mi caso, al haber logrado el primer puesto de la categoría, el CSIC aporta 150.000 euros más dentro de su propio programa de atracción de talento, una cantidad que está destinada a incorporar más personal para el grupo de investigación. El prestigio que otorga haber sido una investigadora Ramón y Cajal también es un aliciente que contribuirá a la estabilidad de mi línea de trabajo y a que se abran nuevas puertas.
Ainhoa Martínez Medina realizó sus estudios de doctorado en la Universidad de Alicante, y es actualmente una investigadora Ramón y Cajal en el IRNASA-CSIC. Ainhoa ha desarrollado su carrera investigadora en España (IRNASA-CSIC; EEZ-CSIC, CEBAS-CSIC), en Holanda (Universidad de Utrecht) y en Alemania (Instituto para la investigación integrativa de la biodiversidad). Su investigación se centra en entender el papel del microbioma vegetal en la respuesta inmune de las plantas frente a plagas de insectos, así como explorar su aplicación en ecosistemas agrarios, como alternativa al uso de plaguicidas químicos. La actividad investigadora de Ainhoa ha sido continuamente financiada por proyectos europeos, internacionales, nacionales y regionales. Ha publicado numerosos artículos y capítulos de libros y participa de manera activa en actividades relacionadas con la comunicación y la divulgación de la ciencia, así como en la transferencia de conocimiento, colaborando con diversas empresas del sector agroalimentario y biotecnológico. Participa también en la dirección y supervisión de jóvenes científicos y cuenta con una amplia red de colaboradores internacionales. Ha participado como líder joven en un proyecto europeo (International Training Network - EU H2020) y en una Acción COST (EU H2020) y actualmente participa en una Red Nacional de Excelencia (AEI) y en un proyecto de investigación e innovación del Reino Unido (BBSRC).