Tradicionalmente el derecho ha sido estudiado “de arriba a abajo”, esto es, los profesores de derecho están interesados en ver cómo actúan jueces y legisladores y, a veces, analizan qué efectos tiene dicho actuar en la vida de las personas. La investigación que llevo a cabo procura mostrar al derecho como algo que también es producido por las personas de a pie y para ello me centro en la perspectiva que adoptamos día a día en torno a las normas. Así, por ejemplo, cuando compramos algo en un mercado, nos reunimos en una asociación de vecinos, o negociamos como resolver un altercado que pueda tener consecuencias jurídicas, estamos generando compromisos y obligaciones que marcan nuestro día a día y que van configurando el panorama normativo en el que nos movemos.

Mi investigación propone desarrollar un marco filosófico sobre la cuestión que sea sensible a investigaciones tanto jurídicas, como de otras ciencias sociales (por ejemplo, sociología y psicología social) y de la filosofía práctica (por ejemplo, ética, política) y que permita generar conversaciones entre ellas.

Por lo anterior considero que es importante entender qué implica que algunas de nuestras acciones pueden entenderse como generadoras de compromisos y obligaciones (por ejemplo, al negociar el precio de una compra en un mercado) y como ello afecta nuestras relaciones con otras y otros. Esto nos lleva a estudiar ciertas nociones básicas sobre lo que significa ser responsable y tener una obligación, temas que llevo estudiando desde hace una década.

Por otra parte, la propuesta también nos exige analizar la forma en que se configuran las relaciones con otros en estos diversos tipos de intercambios, sea que conozcamos a esas personas previamente, sea que es primera vez que nos topamos con ellas y ellos.

Además, la idea también nos lleva a estudiar cómo las desigualdades sociales y los problemas estructurales presentes afectan nuestras posibilidades de actuar diariamente (por ejemplo, muchas veces estas negociaciones son distintas si las realiza un hombre o una mujer). Las interacciones que tenemos con otros se ven mediadas por normas de las cuales no somos conscientes, pero definen a qué estamos dispuestas y dispuestos a comprometernos.

Tengo la esperanza de que este proyecto pueda motivar a nuevos investigadores a integrar perspectivas humanistas y científico sociales para estudiar el derecho. También espero que esto sensibilice a quienes trabajan el derecho desde la academia, respecto de la importancia de la existencia de desigualdades para la comprensión de cómo funciona el derecho, así como a las ciudadanas y ciudadanos, respecto al poder con que cuentan para generar el mundo normativo que les rodea.

Soy un chileno que estudió derecho en la Universidad de Chile, pero desde siempre he tenido una fuerte vocación humanista, por lo que desde temprano me dediqué a estudiar filosofía por mi cuenta. Comencé mi camino como investigador trabajando en el área de los derechos humanos, pero al momento de desarrollar mis estudios de posgrado (2012) mis pasos se dirigieron al estudio de la filosofía social y jurídica. En todos estos años he notado que falta integrar análisis desde diversas disciplinas, por lo que usualmente la reflexión filosófica es incapaz de ver ciertas características de la realidad institucional, mientras que la reflexión jurídica suele ser ciega a cuestiones que están fuera de las instituciones y que influyen fuertemente en la forma en que se vive el derecho.

Para todo ello, mi estudio de doctorado en la Universidad de Girona, junto con la realización de estancias y la posibilidad de mantener un dialogo con diversos académicos españoles ha sido clave. Programas como el Ramón y Cajal son muy importantes para el progreso material y espiritual de una comunidad, pues permiten generar diálogos profundos acerca de nuestra realidad, cambiando la forma cómo nos vemos y actuamos. A su vez, abren la posibilidad de la academia de renovarse y de progresar a pasos agigantados.